Beato Álvaro, "testigo de paz y de esperanza"

Con motivo de la Beatificación de Álvaro del Portillo el Padre Mariano Fazio, Vicario Regional del Opus Dei, escribió una columna de opinión publicada por el Diario de Cuyo, en la que comenta que el nuevo beato "es un testigo de paz y de esperanza, que inspira a muchísimas personas a servir al prójimo con generosidad, a sonreir y perdonar".

Recientemente, la Iglesia beatificó a Álvaro del Portillo, el primer sucesor de San Josemaría Escrivá al frente del Opus Dei. El Papa Francisco elogió su capacidad de "buscar siempre lo positivo''. En el país, que visitó en 1974, ha dejado una huella en mucha gente, y a través de iniciativas sociales y educativas.

Católica significa universal y así es la Iglesia. Llena de matices, estilos, ritos y con corazón grande y los brazos abiertos como una madre que tiene muchos hijos e hijas. El miércoles pasado, el Papa Francisco habló de los carismas en la Iglesia y explicó que son "un regalo que Dios hace, para que con la misma gratuidad y el mismo amor lo pueda poner al servicio de toda la comunidad, para el bien de todos''. La unidad riquísima de la Iglesia se multiplica en cientos de caminos espirituales que llevan a la misma cumbre: Jesucristo. Uno de esos caminos es el Opus Dei (en latín "obra de Dios''), que el 2 de octubre cumplió 86 años difundiendo el encuentro con Dios en la vida de todos los días, el servicio a los demás a través del trabajo y la promoción humana y espiritual de todas las personas.
Unos días antes de este aniversario tuvo lugar en Madrid la beatificación de Álvaro del Portillo, primer sucesor de san Josemaría al frente del Opus Dei. Con ocasión de esta ceremonia, de la que participaron unas 200 mil personas de 70 países, el Papa Francisco envió una carta especial en la que destaca la tarea realizada por el ahora beato Álvaro, "fomentando proyectos de evangelización, sin reparar en dificultades, movido por su amor a Dios y a los hermanos''. El Papa también remarcó que "sirvió con un corazón despojado de interés mundano, lejos de la discordia, acogedor con todos y buscando siempre lo positivo en los demás, lo que une, lo que construye''.
Tuve ocasión de tratar personalmente al beato Álvaro y guardo muy vivo el recuerdo de su serenidad ante las dificultades y su optimismo. Atravesó momentos de contradicción y vivió tiempos difíciles, por ejemplo, cuando fue encarcelado a causa de su fe durante la guerra civil en España. Participó del Concilio Vaticano II y colaboró durante años en diferentes encargos con la Santa Sede. Trató personalmente a cinco Papas y Juan Pablo II lo honró con una visita final a su capilla ardiente el 23 de marzo de 1994, cuando rezó una Salve ante los restos mortales de nuevo beato, en la sede central del Opus Dei en Roma.
América latina es un cuadro de contrastes y Francisco se ocupa de que no olvidemos la necesidad de trabajar al servicio de todos. Desde el comienzo de su pontificado, se ha levantado frente al individualismo, en defensa de los pobres. De la misma manera, el beato Álvaro animó repetidamente a preocuparse por el prójimo y durante los años en que dirigió el Opus Dei extendió su labor a 20 nuevos países, el primero fue Bolivia y el último Nicaragua, pasando también por Asia, África y Europa del Este: "Se trata de vivir la fraternidad, de tener mucha caridad, de pensar en los demás, de hacer lo que estáis haciendo: promover obras de apostolado, de tal manera que esta luz de Dios pueda llegar a mucha más gente''.
Destacó por su fidelidad al espíritu del fundador, y puso todos sus talentos y creatividad al servicio de la Iglesia. Desde joven había participado de las conferencias de san Vicente en Madrid, una tarea apostólica con fuerte impronta solidaria dedicada a trabajar en las barriadas más extremas de Madrid. Con ese mismo espíritu impulsó numerosas obras de promoción social en Latinoamérica y el mundo: este es el hilo que une las diez historias de "Trabajar para los demás'' (puede verse en www.opusdei.org.ar), un documental realizado por el argentino Juan Martín Ezratty con testimonios de nueve países, que presentó en Madrid en uno de los actos previos a la beatificación titulado "40 iniciativas contra la pobreza''. El video incluye el testimonio del médico mendocino Abel Albino, conocido por su lucha contra la desnutrición infantil, que recuerda con emoción que su esposa -Cecilia- murió con una estampa de Álvaro del Portillo en su mano.
Álvaro del Portillo conoció Argentina en 1974 acompañando el viaje de catequesis que san Josemaría realizó por varios países de la región. El 12 de junio peregrinó en Romería a la Basílica de Luján y ahora se ha convertido en uno de los cinco santos que han rezado ante la patrona del país. Un médico rosarino que vivió con Mons. del Portillo en Roma contó, recientemente, que el nuevo beato recibía la revista Billiken en su casa cuando era chico. Una muestra más de su cercanía con nosotros.
Vivimos en un mundo de referencias en crisis, de certezas borrosas. Podemos decir con Pablo VI que el mundo necesita testigos antes que maestros, y que Álvaro del Portillo es un testigo de paz y de esperanza, que inspira a muchísimas personas de los más diversos países y condiciones sociales a servir al prójimo con generosidad, a sonreír, perdonar, a ir para adelante.

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