Entrevista al Prelado del Opus Dei

"No basta enseñar a producir, a rendir, a ganar. Lo que importa de verdad es aprender a vivir rectamente" Una entrevista de Fernando López Pan y Miguel Ángel Jimeno Nuestro Tiempo Pamplona (España), enero-febrero de 2000

El Prelado del Opus Dei y Gran Canciller de la Universidad de Navarra pide a quienes trabajan en la institución universitaria que indaguen especialmente en los problemas del tiempo en que viven: la dignidad de la persona, los derechos humanos, el respeto a la vida la solidaridad o la construcción de la paz.

¿Es la Universidad de Navarra del año 2000 la que imaginó su Fundador, el beato Josemaría Escrivá?

No dudo en responder afirmativamente. El beato Josemaría promovió numerosas iniciativas en todo el mundo. E imaginó muchas otras que todavía no han nacido. Eran fruto de su afán apostólico, de su espíritu emprendedor, creativo, optimista. Congeniaba con las personas de talante constructivo, que no se limitan a quejarse ante los problemas sino que aportan su grano de arena para resolverlos. Pero nunca se sentía propietario de esas tareas, sino sembrador.

El beato Josemaría nos contó muchas veces sus sueños sobre la Universidad de Navarra: un lugar de estudio sereno, de libertad, de convivencia, de servicio. Estoy seguro de que gozaría hoy, recorriendo el campus y conversando con profesores, empleados y alumnos, como le ocurrió muchas veces en los comienzos de esta aventura. Pero disfrutaría sobre todo viendo que la Universidad renace cada día del trabajo, de la oración y de los sueños de los que ahí trabajan.

¿Cuál debe ser el papel de la institución universitaria en la sociedad de hoy? ¿Qué rasgos son permanentes y cuáles pueden y deben adaptarse a las nuevas circunstancias sociales, económicas y culturales?

La Universidad no debería sólo adaptarse a las nuevas circunstancias, sino situarse —con palabras que el beato Josemaría empleaba en otro contexto— "en el origen mismo de los cambios". Esa actitud renovadora significa también atesorar los logros conseguidos y, desde luego, los valores indeclinables.

La Universidad es tierra de cultivo de ideas y proyectos capaces de generar progreso social. En los últimos años, han nacido nuevas instituciones dedicadas a la investigación, y algunas cuentan con más recursos y con la ventaja de la especialización. Pero la Universidad sigue siendo un ámbito propicio para la transmisión de la sabiduría.

Visión de conjunto, conciencia de la propia misión de servicio, primacía de la persona, espíritu innovador, administración serena del tiempo: esos son, entre otros, los rasgos que la Universidad debe conservar, a mi juicio, para seguir siendo protagonista del progreso.

Los conocimientos científicos crecen a tal velocidad que los investigadores han de especializarse en áreas muy concretas, tanto que corren el riesgo de perder la visión de conjunto. ¿Piensa usted que es posible combinar la especialización con las verdades más profundas del hombre? ¿Podría dar algún consejo al respecto?

Pienso que no sólo es posible sino necesario; y considero que, para un profesor universitario, es muy importante mantener la visión de conjunto: todo trabajo debe ayudarnos a poseer una idea clara sobre nosotros mismos y sobre el mundo, y a integrar esas convicciones en un proyecto de vida coherente. En mi opinión, los profesores han de transmitir a los estudiantes conocimientos sólidamente adquiridos y doctrinalmente rectos, que ayuden a descubrir el sentido de la propia existencia. No basta enseñar a producir, a rendir, a ganar. Lo que importa de verdad es aprender a vivir rectamente.

A la vez, no ignoro que mantener la visión de conjunto del saber es tarea difícil. Hay poco tiempo y mucho que hacer. Si tuviera que dar un consejo, aunque me gustaría más bien pedirlo a muchos profesores, sugeriría fomentar la amplitud de miras: saber regalarse grandes libros, seguir temas importantes de actualidad, conversar con sincero interés sobre el trabajo y las ideas de nuestros colegas, fomentar el diálogo interdisciplinar, ser dóciles a la verdad y humildes de inteligencia para rectificar o recomenzar cuantas veces sea necesario.

¿Qué espera de la actividad investigadora de los profesores? ¿Qué pediría a los profesores e investigadores de la Universidad de Navarra?

A quienes trabajan en la Universidad de Navarra les pediría que sigan indagando especialmente aquellas cuestiones que tengan amplias repercusiones sociales. Un investigador cristiano encuentra en su fe un acicate y una luz para profundizar en los problemas reales de su tiempo: la dignidad de la persona, los derechos humanos, el respeto a la vida, las exigencias de la solidaridad, la construcción de la paz y tantos otros temas que precisan de una nueva concepción de la investigación universitaria, que tenga siempre presente su misión de servicio al hombre.

Me viene a la cabeza la insistencia del Papa en la necesidad de estudiar el modo de resolver la deuda pública de los países del Tercer Mundo. Pienso que una Universidad como la de Navarra ha de descubrir y aceptar los retos que plantean este tipo de cuestiones, que son muy complejas y que exigen un alto nivel de conocimientos especializados y una profunda atención a la persona.